Antonio Lopez de Santa Anna
Antonio López de Santa Anna: El Hombre Y Su Tiempo
Una conversación con Jesús Velasco-Márquez
Instituto Tecnológico Autónomo de México
Santa Anna
¿Qué tipo de hombre era Sana Anna?
Antonio López de Santa Anna es un personaje extraordinariamente complejo que no es fácil definir en pocas palabras. Fue un hombre de grandes contradicciones. Por una parte, fue un hombre extremadamente frívolo, de una banalidad sorprendente e inconsistente en lo político. Fue un hombre rico que tenía haciendas de acuerdo a la definición de los estándares de la época. Sin embargo, Santa Anna no buscaba fortuna, más bien lo que buscaba eran el prestigio y el reconocimiento públicos, más que dinero. Fue una persona que buscó el poder más por el prestigio que por su responsabilidad.
Santa Anna fue un hombre singular y, de acuerdo a las memorias de la época, era bien parecido. No tenía una visión estratégica, ni era un gran general, pero poseía una personalidad extraordinaria y sabía cómo tratar a la gente. Sabía atraer a la gente porque tenía una cualidad carismática para hacerlo.
Cuando se dio la rebelión de Texas, Santa Anna -que quería profundamente a México- estaba brutalmente comprometido con su país cuando se enfrentó a los rebeldes. Para él, la integridad de la nación, la integridad territorial de la región, eran muy importantes. Fue a Texas para acabar con la rebelión y detener al grupo que trató de arrancar esa parte del territorio del país. Sin embargo, cuando se encuentra que los rebeldes estaban recibiendo apoyo de voluntarios extranjeros de un país vecino, Santa Anna se enfrenta a una situación extraordinaria. No podía permitir que un grupo de gente se separara de México porque esto sentaría un precedente y amenazaría la supervivencia de la nación.
Su derrota en San Jacinto y el haber sido capturado por los texanos fueron, sin duda alguna, un golpe muy fuerte para su reputación. Sus enemigos y aquéllos que estaban contra el cambio de gobierno en México, aprovecharon esta situación denunciando a Santa Anna por haber firmado acuerdos que lo comprometían a usar su influencia para persuadir a que México reconociera la independencia de Texas. Santa Anna viajó a Estados Unidos, tuvo una entrevista con Jackson pero mantuvo un perfil muy bajo después de estos acontecimientos. Se retiró temporalmente de la vida pública.
¿Qué motivó las acciones de Santa Anna como hombre y como líder?
Yo creo que dos de las fuerzas motrices de la personalidad de Santa Anna fueron su increíble vanidad y la necesidad de estar al frente. Estas fuerzas lo hicieron capaz de transformar situaciones a su favor que de otra manera hubieran terminado trágicamente. Por supuesto, en su época Santa Anna fue criticado por su conducta pero otros individuos no podían en realidad contrarrestarlo. Era muy hábil para transformar las situaciones a su favor, lo cual pudo hacer a lo largo de su vida. Aunque después de cierto punto, se le acabó su buena fortuna. No fue posible que mantuviera ese récord para siempre, pero lo utilizó muy hábilmente por mucho tiempo.
En 1838, dos años después de la derrota en San Jacinto, surge un problema que dio lugar a una acción punitiva por parte de Francia hacia México. Santa Anna se unió al esfuerzo de defender el territorio nacional contra la invasión francesa. Durante un incidente Santa Anna pierde la pierna pero se ganó otra oportunidad, con la ayuda de sus seguidores, de proclamarse como defensor de la nación y de sus intereses. Hasta cierto punto, esto le permitió reparar aquella imagen negativa que se había creado por los sucesos en Texas. Santa Anna creó toda una ceremonia funeral en torno a la pérdida de su pierna y convirtió su amputación en un símbolo de su compromiso con el país. La gente olvidó momentáneamente sus errores militares en Texas y Santa Anna pudo reconstruir su reputación ante las masas. Esta campaña basada en su sacrificio y la subsecuente redención le permitió a Santa Anna crear nuevas alianzas políticas y volver al poder como presidente de México. Sin embargo, a Santa Anna no le interesaba ejercer el poder presidencial. Le gustaba el prestigio pero no la responsabilidad.
Yo creo que Santa Anna fue un hombre de gran inestabilidad emocional. Una vez que logró su objetivo de alcanzar el poder, se retiraba a su hacienda y dejaba en manos de alguien más las responsabilidades administrativas o militares. O bien, trataba de ejercer la autoridad que le concedía su posición, pero la excedía cometiendo excentricidades brutales. Formalmente fue dictador por dos breves periodos, pero nunca fue un dictador en el verdadero sentido político. Tal vez Santa Anna sí quería serlo y de ahí que sus acciones no tenían límite alguno.
Los excesos de la autoridad de Santa Anna no eran notorios por su crueldad, sino más bien por su habilidad para marginar a sus enemigos políticos, forzándolos a salir del país, exiliándolos, persiguiéndolos o arruinando sus reputaciones. Una cosa que me sorprende del carácter de Santa Anna es que nunca fue sanguinario. No se le puede acusar de asesinatos políticos ni de persecuciones sanguinarias. Con frecuencia utilizó el exilio como un medio para deslegitimizar a sus enemigos políticos, pero por naturaleza no fue un hombre sanguinario, excepto en la batalla.
Los cambios que se dieron durante estos años en México fueron increíblemente complejos debido a que las posiciones políticas variaban constantemente. Los políticos, los ideólogos de la época, no tenían los mecanismos para movilizar a otros sectores de la sociedad. Requerían de una especie de puente, de interlocutor. Ese fue el papel que jugó Santa Anna y por esa razón es que vuelve al poder.
Santa fue derrocado otra vez a finales de 1844 porque tomó una serie de medidas que antagonizaron a quienes lo habían llevado al poder. Esta misma gente ahora lo veía como un obstáculo, como un líder que ya no estaba dispuesto a cumplir sus promesas. Sentían que debían removerlo.
La segunda expulsión de Santa Anna en 1845 fue un golpe muy duro, tan severo como el que había sufrido en Texas. Fue bastante indigna porque primero estuvo encarcelado y luego fue enviado al exilio. Yo creo que cuando Santa Anna dejó el país no podía prever un pronto regreso a México, pero también pienso que se iba a esperar el momento oportuno para volver. Creo que se fue sintiendo que su exilio era temporal. Así que durante su exilio, Santa Anna siguió con cuidado o fue informado sobre los problemas a los que México se enfrentaba, particularmente los riesgos implícitos en la creciente confrontación con Estados Unidos. Es evidente que Santa Anna estaba dispuesto, como con la ocupación francesa, a aprovechar esta situación y tratar otra vez de reconstruir su reputación y prestigio.
Encuentro fascinante el carácter de Santa Anna. Era una persona de recursos económicos que bien pudo haberse quedado en La Habana. Pero no, él decide volver a México y organizar una campaña militar. Eso me dice algo de esta persona que se había desacreditado a sí mismo y que, sin embargo, no puede definirse simplemente en términos negativos. Era un hombre polifacético muy difícil de entender porque tiene estos elementos de compromiso combinados con las tendencias de su enorme ego.
¿Cómo fue visto el liderazgo de Santa Anna por otras naciones y por su propio gobierno mexicano?
La gente de Estados Unidos pensaba que Santa Anna era relativamente fácil de corromper y él dejó que lo creyeran. Santa Anna usó esta idea preconcebida y la impresión errónea para jugar un juego a la inversa con el presidente Polk: “Tú piensas que me puedes usar, yo te dejo pensar que me estás usando para usarte a ti”. En este sentido, en el uso de estas sutilezas, creo que Santa Anna era mucho más inteligente que Polk.
El regreso de Santa Anna a México en 1846, durante la ya para entonces iniciada invasión norteamericana en territorio mexicano, nos dice claramente que Santa Anna no tenía una ideología específica. En este caso los federalistas, los “puros”, le dieron la oportunidad de volver al país y asumir el poder como defensor de México. Santa Anna aprovechó esto. A los puros les convenía su presencia porque en ese momento prácticamente era el único dispuesto a asociarse con ellos. Ya antes se habían asociado a mediados de los 1830, durante la república federal cuando Santa Anna fue presidente y Valentín Gómez Farías, vicepresidente. Así que para Santa Anna que no estaba comprometido con ninguna idea, su alianza con los federalistas era sencillamente un medio disponible que le permitía volver a ocupar el poder. Era posible que Santa Anna cambiara sus alianzas políticas con un grupo o con otro, siempre y cuando el grupo le garantizara que podía estar en el poder.
Yo creo que la habilidad de atracción que Santa Anna tenía sobre las masas fue un factor muy importante para poder organizar un ejército y una defensa que pudiera intentar detener la invasión del ejército del general Zachary Taylor. Creo que la personalidad de Santa Anna fue una razón por la que algunos oficiales gubernamentales consideraron necesario que regresara a México cuando lo hizo, porque Santa Anna era capaz de crear cierto entusiasmo entre los sectores de la población que no estaban directamente involucrados con lo que estaba pasando entre Estados Unidos y México. Yo creo que Santa Anna levantaba el espíritu del pueblo mexicano. Tal vez los mexicanos de la época pensaban que si Santa Anna había sacrificado su pierna por defender al país, entonces ofrecía un ejemplo digno de ser seguido.
Pero Santa Anna tenía enemigos y los ataques de sus enemigos políticos eran fuertes. Había jóvenes liberales que no estaban del todo convencidos de los motivos de Santa Anna y había conservadores no muy contentos con su regreso bajo los auspicios de Valentín Gómez Farías y los federalistas. También había grupos antagónicos que divulgaban el rumor de que Santa Anna había hecho un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos para favorecer la cesión de territorio. Algunos periódicos de la ciudad de México hacían referencia a la dilación de Santa Anna en Saltillo como parte de una conspiración, un plan secreto de Santa Anna para ayudar a la invasión norteamericana y minar la defensa nacional. La prensa mexicana veía esto como un signo de que la teoría de la conspiración podía ser cierta al ver otro retraso para movilizar el Ejército del Norte a enfrentarse a las fuerzas del general Taylor.
Santa Anna sabía que el ejército no tenía armas suficientes, sabía que no contaba con los suministros de alimentos necesarios y que en realidad no estaban listos para entrar en batalla en esas condiciones. Pero como dije antes, para él, el prestigio era muy importante. Toda esta oposición creó una fuerte presión en Santa Anna para que movilizara sus fuerzas con el fin de acallar los rumores que sugerían que era un traidor a México. Así que Santa Anna tomó una decisión prematura de marchar al norte y desafiar al general Taylor antes de que sus tropas estuvieran completamente preparadas.
Toda su vida Santa Anna reaccionó fuertemente a la crítica pública. El proyectar la imagen de gran líder fue una preocupación que tuvo todo el tiempo. Un hombre que es un líder verdadero en cualquier momento tiene que dado hacer caso omiso de la crítica y concentrarse en la tarea. Desafortunadamente Santa Anna fue demasiado sensible a la crítica y reaccionó tomando acciones para cerrar los espacios que esa crítica abría; o bien, trataba de acallar a sus críticos. Lo que la gente pensara de él le resultaba muy importante y estas percepciones extremas influenciaron algunas de sus acciones. Ese fue uno de sus grandes problemas.
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