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Antonio Lopez de Santa Anna

Antonio López de Santa Anna: El Hombre Y Su Tiempo

 

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Santa Anna estuvo muy cerca de la victoria en la batalla de La Angostura y, sin embargo, decide retirar sus tropas. ¿Qué nos dice esta decisión?

Alguna vez un historiador dijo que Santa Anna fue “el general de las derrotas permanentes”. Tal vez la batalla de La Angostura fue el momento en que estuvo más cerca de la victoria, pero las condiciones eran terribles. Las crónicas de los testigos presenciales mencionaron que las condiciones del ejército mexicano eran tan malas que era imposible continuar aunque la batalla estaba a punto de ser favorable para los mexicanos.

El problema fue que la marcha de San Luis Potosí a La Angostura fue tan pesado y los suministros tan escasos que cuando el ejército mexicano llegó, estaba en muy malas condiciones. Es cierto que de haber aguantado un día más se pudo alcanzar la victoria, pero también pudo haberse convertido en una horrible masacre por las condiciones en las que se encontraban las tropas. De cualquier manera, yo creo que en esos momentos era muy difícil mantener un ejército mexicano con los recursos tan limitados que se tenían, así que no me sorprende la decisión de Santa Anna de retirarse. Creo que fue una decisión necesaria aunque no la mejor en ese momento.

Otro ejemplo interesante del liderazgo de Santa Anna se dio con la revuelta de los polkos en la ciudad de México. ¿Cómo pudo Santa Anna hacerse cargo de la situación en tan breve tiempo?

Esto nos lleva de nueva cuenta al carácter camaleónico de Santa Anna. Era un personaje que podía cambiar de piel de acuerdo al “color” de las condiciones. La “revuelta de los polkos” fue una reacción a las medidas radicales que el vicepresidente Valentín Gómez Farías había tratado de implementar cuando estuvo en el poder por segunda vez en su carrera. Los grupos que se oponían a estas políticas vieron en Santa Anna a la persona que podía resolver la situación.

Santa Anna inmediatamente cambió su posición, se adaptó al “color” del medio ambiente de ese momento, y es él quien realmente soluciona la crisis. Como nunca había tenido alianzas permanentes en su vida, era capaz de cambiar de lado, de aprovechar la oportunidad, de resolver el problema y aparentemente hacerse cargo del aspecto político. No tener ideas fijas le permite a una persona moverse en un espacio más amplio. En el momento en que uno se define y persigue una idea, uno se limita las opciones de acción. Entonces entre más ambiguo eres, más espacio tienes para moverte. Este fue Santa Anna, totalmente indefinido.

¿Qué otros eventos pueden dar luz al carácter de Santa Anna?

Si bien Santa Anna era un personaje muy ambiguo, una persona sin ideas precisas en términos políticos o ideológicos, tenía por otro lado un gran ego. Yo creo que Cerro Gordo fue un ejemplo de cuán incapaz fue Santa Anna de aceptar la crítica o el consejo de alguien más. Los lugartenientes de Santa Anna le habían señalado que su colocación de las tropas no era la mejor para defender el campo de batalla. Sin embargo, Santa Anna, empecinado, insiste en que sus órdenes se lleven a cabo. El resultado fue que el ejército sufrió una abrumadora derrota en Cerro Gordo.

Es indiscutible que la batalla de Cerro Gordo fue uno de los momentos no sólo más trágicos para México, sino también para Santa Anna que había invertido mucho de sí mismo en esta batalla. Los acontecimientos que siguieron, incluida su huida con un grupo de seguidores, fueron sin duda muy difíciles para él. Pero de nueva cuenta vemos un personaje dispuesto a buscar otra oportunidad para reivindicar su derrota anterior. La defensa de la ciudad de México le dio esa oportunidad, por eso era muy importante para él regresar y movilizar a la ciudad para defenderla de la invasión del general Scott. Creo que aquí tenemos otra vez la muy importante tendencia de Santa Anna: era capaz de aprovechar la oportunidad para reconstruir o restaurar su imagen deteriorada.

El antagonismo contra Santa Anna iba en aumento en la ciudad de México. Existían crecientes dudas acerca de su capacidad para llevar a cabo su labor y esto creaba mayor desorganización en el ejército. Los generales de Santa Anna comenzaron a tomar sus propias decisiones, como es el caso del general Gabriel Valencia en la batalla de Padierna. La incapacidad de Santa Anna para aceptar las ideas de los demás lo llevó a abandonar a Valencia en Padierna, lo que a su vez provocó una nueva derrota militar. Después de esto, la descomposición de la autoridad militar era terrible en México, lo cual es evidente en la pérdida de prestigio de Santa Anna y en las acciones individuales de sus subalternos.

¿Por qué no apoyó Santa Anna al general Valencia?

Como persona, Santa Anna obviamente no estaba dispuesto a aceptar la crítica, pero como oficial militar, tampoco podía tolerar la desobediencia. Creía que la desobediencia mostrada por Valencia -tomar acción sin consultar o recibir aprobación de su superior- debía ser castigada haciendo que ese individuo asumiera la responsabilidad total por sus acciones. Claro, esto se da durante uno de los momentos más trágicos, con la presencia del invasor en las puertas de la ciudad capital del país; también es un acto verdaderamente increíble por parte de Santa Anna. Su prioridad más alta, la defensa de la ciudad de México, debió haber estado antes que su rivalidad con un subalterno. Pero la vanidad de Santa Anna era enorme, era extraordinaria. A veces lo cegaba de su propia responsabilidad o de las metas que él mismo se había fijado.

Después de la batalla de Churubusco se firma un armisticio. Se firma porque evidentemente las condiciones del ejército mexicano eran tales que Santa Anna tuvo que firmarlo. Los periódicos de la ciudad de México en esa época, particularmente el Diario del Gobierno, justifican el armisticio: "Es absurdo que después de estas derrotas y bajo estas condiciones no escuchemos las nuevas ofertas que trae el comisionado estadounidense". Acordar el armisticio no significaba que México fuera aceptar las propuestas.

No obstante, aún había un grupo que creía que "firmar una paz en estas circunstancias significaría que Estados Unidos nos impondrá sus condiciones. Tenemos que tomar una posición tan firme como podamos a fin de tener algo que negociar”. Yo creo que los mismos estadounidenses estaban sorprendidos de que los mexicanos siguieran defendiéndose después de tantas derrotas. Posiblemente tenía que ver con una terquedad ante una situación irremediable, pero los mexicanos no iban a ceder a la expansión norteamericana sin resistencia.

Creo que Santa Anna era parte de todo esto, por lo menos tenía que jugar el juego porque estaba metido en eso. En primer lugar, no podía aceptar una negociación, la opinión pública se lo impedía. Ahí vemos de nueva cuenta su vanidad. No podía ir en contra de la opinión pública, sería confirmar el rumor de la traición. Estaría liquidado para siempre y Santa Anna, a pesar de las derrotas, no estaba preparado para renunciar a sus aspiraciones. Así que luchó hasta el último minuto. Como otros mexicanos de la época, tenía que agotar todas las posibilidades.

En septiembre de 1847, Santa Anna ordenó la evacuación de la ciudad de México. ¿Qué significó esta acción en términos de la guerra y para Santa Anna mismo?

Yo creo que uno de los momentos más trágicos en la historia de México es esa noche del 13 de septiembre de 1847. Se había agotado el último recurso, la última posibilidad de defender la ciudad de México. Para Santa Anna fue terrible tener que aceptar que había vuelto a fracasar. Ordenó la evacuación de la ciudad de México y dejó la presidencia. Más tarde se le retiraría el mando militar. Así comenzó el éxodo de Santa Anna. Volvería a México en 1852 para ocupar el poder una vez más, volvería a salir y regresaría otra vez, pero ya nunca para ocupar un puesto público.

Los últimos años de Santa Anna fueron verdaderamente dramáticos. Viejo, anciano, enfermo, perdió su fortuna. Tuvo la suerte de tener una esposa, su segunda esposa, que evidentemente demostró una tremenda fidelidad como persona y como esposa de un general. Cuando Santa Anna estaba casi olvidado en la ciudad de México, su esposa buscaba y pagaba a personas para que le solicitaran entrevistas a Santa Anna. Esto debió haber sido terrible. Claro, Santa Anna nunca se enteró de ello, pero qué terrible fin éste para un hombre que siempre estuvo buscando ocupar un lugar preeminente en México y que acabó prácticamente abandonado luego de haber perdido su reputación y fortuna. Lo único que no perdió fue la lealtad de su esposa.

Yo creo que debemos analizar a Santa Anna en el contexto de México. Santa Anna fue un personaje importante, pero nunca fue el reflejo de México o de los mexicanos de su tiempo. Juzgar a México a través de Santa Anna puede ser muy deformante. Santa Anna fue un hombre de su tiempo, ocupó el poder, se benefició de las condiciones o las aprovechó para sus intereses personales, pero ni moral ni políticamente era el prototipo del México de su época. Fue una persona muy importante, pero era eso: sólo una persona. No era el ejemplo más acabado de lo que pudieran ser los mexicanos ni los políticos mexicanos de ese momento.

De alguna manera Santa Anna fue una variación del romántico que buscaba ser exitoso en formas heroicas. Tenemos en Santa Anna a un individuo rico que no estaba obligado a correr riesgos pero que decidió sacrificar su tranquilidad y su confort para volver una y otra vez a los peligros de una campaña militar y del campo de batalla. Creo que en sus nociones románticas y en su búsqueda de fama y transcendencia es que podemos encontrar una explicación al fenómeno de su singular personalidad.

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