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Destino manifiesto

Emigrantes cruzando las llanuras por Albert BierstadtEmigrantes cruzando las llanuras por Albert Bierstadt
National Cowboy and Western Heritage Museum (Museo Nacional del Vaquero y del Patrimonio del Oeste), Ciudad de Oklahoma

Una nación en expansión

Una conversación con Robert W. Johannsen
Universidad de Illinois en Urbana-Champaign

No creo que la guerra contra México pueda comprenderse debidamente sin ubicarla en el contexto de la época, sobre todo en términos de la actitud del estadounidense con respecto a sí mismo y al resto del mundo. Era la época del Romanticismo Americano, y la guerra fue sumamente importante como expresión de ese pensamiento romántico.

El romanticismo a veces es un concepto muy elusivo. Fue, naturalmente, un periodo muy importante en la historia literaria e intelectual de Europa, y muchas de las ideas y expresiones europeas pasaron a Estados Unidos. Por ejemplo, Sir Walter Scott y Charles Dickens, dos figuras muy importantes del periodo romántico en Inglaterra, eran sumamente populares en Estados Unidos. Muchos de los voluntarios que fueron a pelear contra México se habían nutrido con los romances medievales de Sir Walter Scott, y entonces recordaban de muchas maneras aquellos relatos y escenarios.

¿Cómo describiría el romanticismo estadounidense?

El romanticismo estadounidense fue ramificación de una perspectiva intelectual o literaria más amplia. Era una actitud muy optimista que enfatizaba el sentir y la emoción, el sentimiento en oposición a la razón. Era una reacción al Siglo de la Razón y la Ilustración que había tenido lugar anteriormente. El universo no era un mecanismo estático, como se pensara durante el Siglo de la Razón, sino más bien una entidad orgánica que estaba en un constante estado de cambio. El cambio era un hecho de la vida real. Se basaba en la idea del progreso y del mejoramiento. La perfección era una de las palabras que representaba una noción romántica bastante común.

¿Cómo expresaban los estadounidenses del siglo XIX esta actitud romántica?

El pueblo de Estados Unidos tenía la reputación de no temerle a nada y de que nada podía detenerlo. El concepto era el de "zona franca": no existían zonas prohibidas, no existían límites ante lo que el individuo, la sociedad y la misma nación podían lograr. Había un espíritu de reforma entremezclado con el espíritu de la época. Fue un periodo de un cambio enorme y emocionante.

En Estados Unidos, las décadas de los años 1830 y 1840 constituyeron el momento en que el pueblo estadounidense y sus instituciones alcanzaron la mayoría de edad. Se originaban cambios drásticos en los asuntos políticos, el desarrollo económico y el crecimiento en el establecimiento industrial en este país, con avances tecnológicos que facilitaban la vida de los individuos más que nunca en la historia.

Un ejemplo es la aplicación de la energía de vapor al transporte. Muchas veces a Estados Unidos se le refería como una "nación en expansión", una "gente en expansión", y la locomotora era casi un símbolo de esto. El ferrocarril se convirtió en una metáfora del ingenio y del desarrollo estadounidenses.

En la imprenta, la rotativa hizo posible en 1846 la producción en masa de los periódicos a un nivel más económico que antes, lo cual permitió que se produjeran y circularan en el mercado nacional, en lugar de hacerlo sólo en los mercados regionales o locales.

Algunas de las cosas que sucedían rayaban en lo milagroso, como el telégrafo magnético en 1844. La sola idea de enviar palabras a través de un alambrado era inconcebible. Era una maravilla en el mundo, la cual rebasaba incluso la aplicación de la energía de vapor al transporte por tierra y por mar.

¿Cuáles eran las desventajas, si es que las había, ante estos extraordinarios cambios?

De muchas maneras, ésta también fue una época de paradojas, porque había ansiedades y recelos. Una erosión de valores que parecían estar amenazados por los cambios que sucedían. Los cambios eran tan vastos, tan importantes, tan penetrantes, y formaban una parte tan grande de la vida de la gente, que individualmente dificultaba ajustarse a ellos. A su vez, la clase de cambios que tomaban lugar durante este periodo engendró cierto tipo de ansiedad, desasosiego, inquietud y recelo en los individuos cuyas vidas cambiaban. La inmigración, claro, era un factor muy importante que también amenazaba—desde el punto de vista de muchos estadounidenses—, y alteraba los viejos patrones de orden social.

¿Qué significado tuvo esto para la mayoría de los estadounidenses?

Los estadounidenses intentaban aceptar y adaptarse a estos cambios, y buscaban cierto tipo de papel que pudieran representar dentro del marco de los cambios que tomaban lugar. La expansión territorial era apenas uno de los elementos en sus ideas del progreso. El periodista John L. O'Sullivan la llamó "Destino Manifiesto". Esta frase apareció por primera vez en julio de 1845 en el periódico "Democratic Review" en referencia a la cuestión de Texas. O'Sullivan intentaba defender el derecho estadounidense a Texas, y mencionó que Estados Unidos tenía el Destino Manifiesto de extenderse por el continente con sus millones en rápido crecimiento.

Eso fue parte del esfuerzo por mantener y reforzar el republicanismo estadounidense: extender las fronteras de Estados Unidos significaba extender el área de la libertad. Este sentimiento era bastante común. La república modelo tenía ciertas obligaciones. La gente hablaba una y otra vez de la democracia como la mejor forma de gobierno, de que estaba adaptada a la felicidad de la humanidad, de que era el plan divino para la humanidad. El tipo de gobierno republicano que tenía Estados Unidos lo había provisto la providencia, puesto que éramos la nación favorecida de Dios. Entonces, con un espíritu de reforma, uno no se queda quieto: uno lleva la bendición del gobierno autónomo a un área lo más amplia posible, extendiendo así el área de la libertad.

Estas nociones -- por ejemplo, el Destino Manifiesto -- eran parte de una idea del progreso, y de las responsabilidades y obligaciones de la república modelo y de sus ciudadanos.

Hoy día, el Destino Manifiesto se interpreta mayormente en términos de expansión territorial; pero en mi opinión, ése era sólo uno de sus elementos. Había un sentimiento popular, al cual da voz Ralph Waldo Emerson cuando habla sobre un destino que guía al individuo, a los estados y a las naciones. Era un destino que era providencial, especialmente con respecto a la república modelo de Estados Unidos.

La idea del progreso, claro, estaba entretejida en esto, y a un nivel popular en Estados Unidos se tenía una gran fe en la idea del progreso. Entonces, el Destino Manifiesto era algo claro e inevitable desde el punto de vista del estadounidense. Era un destino que guiaba a Estados Unidos no sólo a expandir el área de la libertad, sino que era un concepto que involucraba el progreso de múltiples maneras. Estados Unidos tenía el destino de convertirse en líder mundial: en el desarrollo industrial, en la actividad comercial, aun en las artes y las ciencias, y en los logros intelectuales.

Todo esto es parte de la idea de zonas francas, de no tener límites. Era ésta una noción romántica: que a través de un acto de voluntad, los estadounidenses podían lograr esta grandeza para sí mismos y para su nación. Por lo tanto, el Destino Manifiesto era un elemento importante que involucraba mucho más que la simple extensión de sus fronteras.

Pero, ¿por qué estaba determinado Estados Unidos en expandir sus fronteras como parte de su búsqueda de un Destino Manifiesto?

Las fronteras seguían las migraciones. Cuando James K. Polk asumió el mando como Presidente de Estados Unidos, había aproximadamente entre 3,500 y 4,000 estadounidenses que vivían en la región de Oregón, pidiendo a gritos unirse a Estados Unidos. Más o menos ochocientos estadounidenses se trasladaron a los valles de California y también clamaban la unión con Estados Unidos.

A través del continente por Fannie PalmerA través del continente por Fannie Palmer
Amon Carter Museum, Fort Worth

Para mediados de la década de 1840, los que se habían trasladado al oeste y poblado la región de Oregón se estaban filtrando a los valles de California, sin duda en busca de oportunidades económicas que en su parecer existían en esas áreas. Se hablaba mucho sobre la travesía a la India y sobre los inquietos millones de asiáticos que sólo esperaban la llegada de una empresa comercial, y así sucesivamente. Oregón y California volteaban la vista hacia el occidente, al otro lado del Pacífico, a esos dos mercados.

Pero al mismo tiempo, esos individuos nunca olvidaron que eran ciudadanos estadounidenses, y querían que las leyes estadounidenses se extendieran y los amparasen. Querían volver a unirse a Estados Unidos. Estaban obsesionados por la noción de que eran un tipo de vanguardia para la nación, a la vez que mejoraban su propia situación.

Entonces volvemos a la misma idea de zonas francas, de zonas sin límites, en lo que la gente y las naciones pueden lograr.

No se puede aislar la guerra contra México de este periodo y esperar comprenderla, sin mirarla en términos de lo que sucedía en Estados Unidos. Hay que ver las actitudes del romanticismo, al igual que la amenaza a una república y su pureza e ideología, y la idea de un destino que guía a los individuos y a las naciones. La guerra contra México formó parte de eso. No se le puede arrancar de su contexto y esperar que tenga sentido. La guerra contra México fue un ejemplo de zonas francas y del espíritu de reforma, una búsqueda de un mejor estado para la nación; una prueba de la república modelo y de la habilidad de una democracia para responder a una crisis de la manera en que respondió a la guerra contra México.