Divisiones en México
Las divisiones de los mexicanos durante su guerra con Estados Unidos.
Por Miguel Soto
Universidad Nacional Autónoma de México
Biblioteca DeGolyer, Universidad Southern Methodist
Al momento de enfrentar su guerra con Estados Unidos, México vivió las consecuencias de profundas divisiones económicas, políticas y sociales que arrastraba desde el régimen colonial, del que apenas había proclamado su liberación dos décadas antes.
Con motivo de la invasión napoleónica a España en 1808—la cual implicó la prisión y la ausencia de los propios monarcas—, el imperio español sufrió un colapso en sus estructuras de autoridad del que no se recuperó. De hecho, las diferencias que se venían presentando debido a la ejecución de diversas reformas administrativas, sólo se agudizaron.
En la nueva España, el resquebrajamiento político se aunó a un agudo antagonismo social fincado en profundas desigualdades sociales que diversos observadores, como Alexander von Humboldt, destacaron.
Tal desigualdad estalló de manera violenta en el movimiento insurgente que encabezó Miguel Hidalgo en 1810. Sin embargo, esas aspiraciones fueron derrotadas militarmente y las reivindicaciones sociales se pospusieron indefinidamente. En efecto, tras once años de lucha, en 1821, la oligarquía novohispana prefirió separarse de la metrópoli en vez de arriesgar la amenaza de sus privilegios, por parte de unas cortes radicales—equivalentes a un parlamento—recién reinstauradas.
Así, México obtuvo su independencia, en medio de un compromiso político, frágil y endeble que ofrecía libertades y cambios para la nueva nación, pero que a la vez procuraba mantener intactos muchos aspectos de la estructura social y económica de la colonia. Ese frágil acuerdo se vino abajo y la primera víctima fue el propio consumador de la independencia (Agustín de Iturbide). Tras él, sólo el primer presidente --Guadalupe Victoria-- concluyó su periodo de gobierno; pero aún él, lo hizo enmedio de una insurrección armada que determinó la siguiente sucesión presidencial. A partir de ese momento, el pronunciamiento militar se convirtió en la manera de resolver las disputas de autoridad.
Detrás de esa inestabilidad política también hubo falta de acuerdos económicos y sociales. Pues, además de la incertidumbre provocada por el rechazo metropolitano a la independencia de la nueva nación, la presencia de españoles en ella fue vista como una amenaza a su seguridad y, por ello, se acudió a la expulsión masiva de hispanos. En realidad, tras ese pretendido afán de seguridad hubo también intereses por reemplazar a la oligarquía de comerciantes iberos; así, su expulsión efectiva coincidió con la rebelión armada que decidió la primera sustitución presidencial.
A partir de entonces, lo que estuvo latente fue una posible movilización social semejante a la que Hidalgo había acaudillado. Por lo tanto, ante diversas propuestas para acudir a un respaldo popular en defensa de algún programa político determinado, siempre hubo un rechazo generalizado ante tales iniciativas. Lo mismo sucedió en plena guerra con Estados Unidos. Entre otros, Melchor Ocampo, quien años más tarde se destacaría como uno de los principales ideólogos liberales de la Reforma, propuso armar a la población civil de manera masiva a fin de batir al ejército norteamericano en una guerra de guerrillas.
Tales propuestas fueron rechazadas, pues se consideró que tras eliminar al enemigo extranjero, las clases bajas mayoritarias podrían amenazar el orden social establecido. Así pues, se prefirió padecer y sacrificar lo que fuera necesario—incluso la guerra civil con la rebelión los polkos y, por supuesto, la pérdida enorme de territorio—, antes que atentar contra el mantenimiento de dicho orden social.
Estados Unidos también enfrentó serias divisiones internas al momento de la guerra, (además de las planteadas claramente entre Demócratas y Whigs) como, las derivadas de la propia anexión de Texas que no se resolvieron con el supuesto “expansionismo conjunto” que planteó la campaña presidencial de Polk; la propia escisión interna al seno del Partido Demócrata, tanto por la nueva tarifa arancelaria como por el compromiso diplomático insuficiente alcanzado con Gran Bretaña en relación a Oregon, y que David Wilmot expresó vivamente ante la solicitud de fondos del ejecutivo al congreso para proseguir la guerra contra México, condicionándola a que se prohibiera la esclavitud en los territorios que se adquirieran como resultado de la guerra. La diferencia fundamental, sin embargo, entre una y otra nación, fue que en el caso estadounidense tales diferencias no tuvieron ningún efecto en el desarrollo—y desenlace—de las campañas militares contra México. En cambio, en el caso de este último, cuando menos en dos ocasiones, en La Angostura y en Padierna, las disputas internas intervinieron de manera directa en el desenlace de ambas batallas. Es decir, las profundas disensiones de los mexicanos les impidieron formar un frente unido ante el enemigo común.