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Papel de los medios de comunicación

Periódicos: prensa estadounidense

Por Tom Reilly

La guerra entre Estados Unidos y México proporcionó a la naciente penny press de Estados Unidos la excelente oportunidad de mostrar la misión de las noticias. Fue la primera guerra en el extranjero en recibir amplia cobertura por parte de corresponsales estadounidenses, y algunos periódicos clave de la penny press hicieron arreglos costosos y elaborados para llevar sus informes de regreso a Estados Unidos. Combinando el correo a caballo, los barcos de vapor, los ferrocarriles y el novedoso telégrafo, la prensa estableció un vínculo de comunicación de más de tres mil kilómetros que reiteradas veces llegaba antes que los mensajeros de los militares y el correo de Estados Unidos con las noticias de México. Tan eficaz era el sistema expreso de la prensa que el presidente James K. Polk se enteró de la victoria estadounidense en Veracruz por un telegrama proveniente del Baltimore Sun.

Sin embargo, los objetivos de la guerra dejaron perplejos a una serie de editores. Aunque informaban las victorias estadounidenses con entusiasmo y obtenían beneficios económicos, algunos se preocupaban por las consecuencias morales del conflicto. Para Horace Greeley del New York Tribune, era una guerra "en la que el Cielo debe estar en contra de nosotros". James Gordon Bennett del New York Herald, por su parte, era un tenaz defensor que argumentaba: "Estamos a punto de presenciar cambios enormes e insospechados en el destino de las naciones".

La mayoría de los directivos de la penny press ofrecían su apoyo editorial a la guerra y al mismo tiempo establecían un sistema expreso de New York a New Orleans para llevar noticias desde las zonas de las batallas. El sistema expreso "es una invención de los tiempos modernos", explicaba Benett a sus lectores, "y es propio de los estadounidenses". Dirigidos por los diarios matutinos de New York, una serie de periódicos participaron del emprendimiento, entre ellos el Philadelphia North American y el Public Ledger de Philadelphia, el Baltimore Sun, el Charleston Courier y el New Orleans Picayune. Durante los últimos seis meses de la guerra, estos periódicos hicieron un esfuerzo mancomunado para que el sistema de envío funcionara diariamente.

La prensa de New Orleans que era partidaria de la guerra, por estar más cerca de las zonas de combate lideró la cobertura del conflicto. Como los periódicos de la época dependían en gran medida de las noticias provenientes de sus "intercambios" —ejemplares gratis que recibían de otros periódicos— los informes de los corresponsales del New Orleans se reimprimían innumerables veces en Estados Unidos. Uno de los innovadores periódicos de New Orleans era La Patria, el primer diario en idioma español del país. Muchos diarios estadounidenses reimprimían las cartas de los corresponsales de La Patria y sin restricciones usaban sus traducciones de periódicos en español de México, Cuba y Latinoamérica.

El reportero estrella de la guerra fue George Wilkins Kendall, el coeditor del New Orleans Picayune. Kendall cubrió las principales batallas desde la de Monterrey hasta la de Chapultepec y la de la Ciudad de México y ofrecía largos informes sobre la estrategia política y militar involucrada. Al menos otros diez "corresponsales especiales" siguieron a Kendall hasta el campo de batalla, encabezados por Christopher Mason Haile del Picayune, John Peoples del New Orleans Bee, Delta y Crescent, y James L. Freaner del New Orleans Delta. Haile, que había abandonado West Point, tenía una habilidad para informar similar a la de Kendall y proporcionaba a los lectores detalladas listas de las bajas en las batallas. Freaner y Peoples, ex tipógrafos de New Orleans, se convirtieron en buenos redactores y obtuvieron fama nacional bajo sus respectivos seudónimos de "Mustang" y "Chaparral". Freaner coronó su exitosa carrera como corresponsal de guerra llevando personalmente el tratado de paz de la Ciudad de México a Washington D.C. en el por entonces tiempo récord de diecisiete días. Otros corresponsales estadounidenses en México fueron Francis A. Lumsden, Daniel Scully, Charles Callahan y John E. Durivage del Picayune; George Tobin, del Delta; William C. Tobey ("John of York"), del Philadelphia North American; y John Warland, del Boston Atlas. Los informes de los corresponsales que estaban con el ejército muchas veces apoyaban la intervención de Estados Unidos en la guerra y la idea del destino manifiesto. Los corresponsales también se identificaban con la situación difícil de las fuerzas invasoras de Estados Unidos, que muchas veces estaban aisladas en el interior de México; reflejaban actitudes de desconfianza y prejuicios contra los mexicanos; y promovían y reforzaban las imágenes de héroes de guerra populares de los generales Zachary Taylor y Winfield Scott. Taylor, que se había beneficiado con la ola de publicidad favorable de los periódicos por sus hazañas en el campo de batalla, fue elegido presidente en 1848.

El pintoresco editor del New York Sun, Moses Yale Beach, brindó un capítulo quijotesco de la guerra. Acompañado por Jane McManus Storm, una editorialista del Sun, Beach llegó a la Ciudad de México en 1847 en una misión de paz secreta de Estados Unidos. El intento falló y Beach, de quien se sospechó que ayudaba a las fuerzas contrarias a la guerra en México, apenas evitó ser arrestado. Storm, una fuerte defensora del destino manifiesto, escribió comentarios a favor de la guerra para el Sun y el New York Tribune desde La Habana, Veracruz y la capital mexicana con el seudónimo de "Montgomery". Storm hizo una de las observaciones más memorables de la guerra sobre la cobertura de la prensa cuando escribió: "La verdad siempre vuelve a casa vestida con ropa de fabricación estadounidense".

Otro aspecto importante de la cobertura de la guerra es el gran número de imprentas estadounidenses que siguieron al ejército y establecieron "periódicos de ocupación" en México. Antes de que finalizara el conflicto, imprentas y editores estadounidenses emprendedores habían establecido veinticinco de esas publicaciones en catorce ciudades ocupadas. Atendiendo a las tropas que estaban en el frente y al público que estaba en su hogar, estos periódicos proporcionaron una considerable cobertura de la guerra. Los periódicos de ocupación demostraron ser valiosos para la ocupación militar de México. En muchos casos, el orden se mantenía sólo a través del uso estricto de la ley marcial, y las autoridades militares alentaron y fundaron muchos de los periódicos de guerra porque ayudaban al ejército a mantener el control local a través de la publicación de decretos y regulaciones oficiales. Otra función valiosa de los periódicos de ocupación fue mantener al público, tanto de Estados Unidos como de México, informado acerca de las condiciones y los problemas que enfrentaba el ejército expedicionario. La prensa estadounidense muchas veces fue el canal por el que los funcionaros de Washington D.C. y la Ciudad de México se enteraban de lo que sucedía en la otra capital. Para el público en general era el único vínculo de comunicación.